Dicen que más de 200.000 comerciantes y turistas se reúnen en las dunas al oeste del lago de Púshkar en el mercado de camellos más grande del mundo. En la luna llena de noviembre, la feria del ganado de Unt Mela se inicia para mostrar al mundo todo el exotismo de la India: los camélidos lucen ornamentos multicolores y se celebran multitudinarias ventas y subastas con ancestrales cantos como banda sonora. Pero este espectáculo no es la única razón para visitar la histórica ciudad India, te contamos qué visitar en Púshkar .
Unt Mela: mercado de camellos del mundo
Contemplar las miles de cabezas erguidas de los camellos y dromedarios que descansan en este desierto del Rajastán (o Rayastán) es la primera imagen que sorprende al viajero. En Rutas 10 la conocemos bien, ya que cada noviembre organizamos una expedición al Púshkar Unt Mela. El que pasa por ser uno de los mercados de camellos más grandes del mundo concita a miles de ganaderos, pobladores del desierto, indios de toda condición y turistas de todo el mundo atraídos por las ventas, pero también por los concursos, carreras y hasta bailes de camellos que con la luna llena de noviembre (Kartika Purnima) cada año se repiten. Por supuesto, ni intentes hacerte con una plaza hotelera si no la has reservado con meses de antelación.
Son cinco días de exceso, de folclor, comercio y tradición. Y como casi todo en la India, de religiosidad. Durante estas fechas se cuentan por decenas de miles –ya en las crónicas de 1900 se hablaba de 100.000– los peregrinos hinduistas que se acercan hasta la localidad de Púshkar para cumplir con su rito de purificación. Sumergirse en las santas aguas de su lago es en estas fechas aún más propicio.
Dice la leyenda que la bella Púshkar nació cuando Brahma, el dios creador, arrojó su flor de loto (pushpa) sobre las áridas tierras del desierto del Thar, y de su pétalo más grande brotó un gran lago de aguas azules. Para celebrarlo, Brahma congregó a todo el panteón hindú compuesto por cerca de 900.000 seres celestiales. Desde entonces esta pequeña población es una de las más santas de la India, y con la luna llena de octubre a noviembre se acercan peregrinos de todo el país para rememorar aquella reunión de dioses.
Así el espíritu religioso y comerciante, dos de los motores de la India (y del resto del mundo ;-), se unen en esta celebración del exceso. Los animales del desierto son bellamente adornados con ricas telas, joyas, grandes collares de bolas de lana, campanas plateadas y brazaletes para exhibirlos en toda su plenitud, e incluso animarles a bailar acompañados de los tambores y flautas del desierto. El paseante no sabe dónde detener su mirada ante los vistosos puestos de comida, los esmerados bordados que venden las mujeres, la delicada joyería en plata y la llamada de músicos y malabaristas.
También hay lugar para los concursos como el ‘matka phod’ -donde se compite para ver quién hace más rápido una torre humana lo suficientemente alta para romper una especie de piñata-, carreras y luchas de fuerza. Pero es el concurso de bigotes uno de los que más curiosidad concita, difícil no contemplar atónito cómo recios hombres no consiguen abarcar con sus brazos la longitud de sus increíbles mostachos.
Qué ver en Púshkar
Pero Púshkar es mucho más que su feria de camellos. Se trata de una próspera población en la que convive el turismo con la tradición, porque poco queda ya de la aldea típicamente rural que extasió al movimiento hippie a finales de los años 60 del pasado siglo. Sin embargo, hoy como ayer, sigue sin decepcionar al occidental.
Para el visitante de Rajastán, Púshkar es una parada más apacible. Estamos en una población más pequeña y menos monumental que las míticas vecinas de Jodhpur, Udaipur o Jaipur. Pero la que pudiera ser una debilidad, se convierte en ventaja: aquí hay más tiempo para pasear y detenerse a observar.
Por ejemplo, para curiosear por su calle central, donde en más de un kilómetro de tiendas se vende sobre todo moda de algodón fabricada en la industria local (con unos precios que enloquecen a más de un turista), pero también antigüedades, música o mobiliario. Es en esta arteria principal donde se encuentran los cafés más populosos, algunos muy occidentalizados, pero en su mayoría muy agradables para escuchar música, sentarse a leer y, como decimos, a mirar. No tengas escrúpulos, siéntete un turista más y disfruta del espectáculo.
El mayor atractivo: los lagos y el ghats
Pero en apenas cinco minutos andando puedes acercarte a los límites del lago. En general más tranquilo y el verdadero atractivo de la localidad. Púshkar cuenta con unos 500 templos blancos conectados al agua por 52 ghats, uno por cada maharajá de Rajastán. Destaca el de Gau Ghat como el principal, desde el que fueron arrojadas al lago parte de las cenizas de Mahatma Gandhi para mayor gloria de sus aguas.
Sentarse, principalmente al atardecer, en sus escalones para observar la Púshkar Puja, la oración, es una delicia. Consiste en una rítmica salmodia mientras se arrojan pétalos de flores al lago, la ceremonia termina cuando el sacerdote ata a la muñeca un hilo rojo traído de un templo. Desde la óptica del turista eso significa dos cosas, que tendrá que pagar una ofrenda al sacerdote, mucho cuidado porque se pueden pedir cantidades desorbitadas, y que ya va a poder pasear por los ghats sin ser importunado por otro sacerdote a cada paso. Y si este rito se queda escaso, siempre está la posibilidad de emular a los visitantes locales y sumergirse en el lago. Por fortuna, ya no se corre el riesgo de compartir el baño con uno de los cocodrilos que hasta las primeras décadas del siglo XX dieron la sorpresa a más de un peregrino.
El templo de Brhama Mandir
Como se ha señalado Púshkar cuenta con 500 templos, muchos de ellos de construcción moderna ya que la ciudad sigue conservando una gran actividad religiosa. La cifra no debe inquietar. La recomendación es dedicar una buena visita al de Brahma Mandir, aunque no se trata de ninguna joya arquitectónica es uno de los más animados del Rajastán, lo que es decir mucho. Durante sus horas de apertura es como un hormiguero, busca un lugar estratégico y siéntate a observar teniendo cuidado de que ninguno de los muchos monos que a diario le visitan se llevan tus gafas de sol.
Fotos: Rutas 10
Me ha gustado mucho el post. He encontrado otro (no tan extenso como este)
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