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Ruta Seda: Día 7 – Te presento al temido Amir Timur

21 abril, 2016

De Bujara a Shakhrisabz y a Samarkanda (9 agosto)

Como era de esperar no he dormido muy bien. Para algunas cosas soy como un niño, sobre todo para esto de los viajes y es que hoy es un gran día pues viajamos a Samarkanda. Ya sé que en un viaje lo importante no es el destino sino el viaje en sí, y lo estoy disfrutando pero hoy no lo puedo evitar, tengo ganas de llegar a nuestro destino, la ciudad turquesa.

Pero para eso vamos a tener un largo día de viaje. A Samarkanda viajamos de nuevo en autobús y en el camino visitamos Shakrisabz, la que fue la primera capital de lo que se conocía como Mogalia y en donde nació el sanguinario Timur, fundador de la dinastía con la que esta región volvió a prosperar tras haber sido devastada por las hordas mongolas de Gengis Khan.

Dia 7 Amir Timur y el Palacio de Verano al fondoShakrisabz se encuentra en medio de un fértil valle rodeado de montañas. De hecho desde Bujara hay que dar una gran vuelta para salvar las montañas Zerafshan ya que la carretera que las atraviesa es comarcal y a los vehículos grandes como nuestro autobús no les está permitido circula por ella, de modo que hay que viajar por la nacional dando una mayor vuelta. A pesar de todo el viaje es precioso. Ver la vida pasar en este lugar del mundo aunque sea desde el autobús es un privilegio. Recorremos llanuras de rabiosos verdes que contrastan con otros tramos más áridos y pálidos. Por primera vez podemos ver los campos de algodón. Infinitos, ubicuos, culpables.

A lo lejos antes de rozar el horizonte se dibujan campesinos doblándose sobre sí mismos, otros más cercanos a la carretera acompañados de sus burros transportando la cosecha del día, pastores que van, que vienen, que descansan a la sombra de las moreras, esos árboles sin los cuales los gusanos de seda no podrían alimentarse, y la seda por tanto no sería seda, ni posiblemente hubiese habido una razón para estar aquí.

Shakrisabz significa en uzbeko “ciudad verde” y al igual que me pasó en Tashkent, al llegar también me sorprende la gran cantidad de espacios verdes que hay. Fue cuando Timur se convirtió en gobernante de la ciudad, a sus 25 años, que le puso tal nombre. Una gigantesca estatua del que llegó a ser conquistador de uno de los mayores imperios de la historia nos da la bienvenida. Se dice que el gran conquistador uzbeko nació aquí. En realidad lo hizo en una pequeña aldea a quince kilómetros al sur de Shakrisabz, pero siempre presumió de ser originario de aquí y su voluntad, aunque no fue respetada, era ser enterrado en ella con dos de sus hijos en el complejo Dorus-Siadat que para eso mandó construir.

Hoy desgraciadamente no queda mucho de ese conjunto que según está documentado debió ser soberbio, al igual que tampoco se ha conservado el descomunal Ak-Saray, el Palacio Blanco, que se adivina al fondo tras la gran estatua de Timur que nos ha dado la bienvenida.

La guía nos cuenta que lo que queda, parecen ser sólo restos de unas torres, todavía decoradas de azulejos y cerámica, que se alzan nada más y nada menos que 40 metros de altura, son simplemente parte de la portada con lo que es imposible realmente imaginarse el verdadero tamaño de la  construcción que se convirtió en el mayor Palacio de Verano de todo el mundo. Cuando nos acercamos a los restos, hay vendedores que ofrecen postales que muestran los restos y dibujan una proyección de lo que en realidad fue el edificio completo. ¡Nos quedamos simplemente atónitos!

Rui González de Clavijo, el embajador español que vino a buscar en una misión diplomática los favores del gran Tamerlán, cuenta en su famosa descripción “Embajada a Tamorlán”, ese libro que me regaló Rutas 10 antes de partir para esta Ruta de la Seda Plus, que cuando él pasó por aquí en 1404, el palacio llevaba 24 años en construcción y todavía no se había terminado.

Con todo esto nos podemos hacer una idea de como se las gastaba el conquistador uzbeko. Yo personalmente si ya tenía una idea de lo grandiosa que pudo llegar a ser la capital del Imperio Timúrida, al visitar ahora Shakrisabz ya no sé muy bien qué esperarme de Samarkanda.

Además del Palacio Ar-Sabay en Shakrisabz quedan numerosos otros vestigios de la ciudad que fue. Es una ciudad agradable aunque de segunda categoría, algo que podría estar cambiando pues toda la ciudad se encuentra en obras y da la sensación de que un mejor destino le espera. Nosotros no esperamos mucho más y aunque Shakrisabz podría ser un interesante lugar para pasar la noche, después de comer la caravana vuelve a ponerse en marcha para alcanzar Samarkanda ese mismo día antes de que se ponga el sol.

De hecho llegamos a la grandiosa Samarkanda con tiempo suficiente como para disfrutar de las últimas horas de sol y poder hacer una rápida visita a nuestro aire. Tenemos libre hasta la hora de la cena así que el grupo se divide dándonos la posibilidad de elegir hacia donde mejor dirigir nuestros pasos.

Dia 7 Campesino en campo de algodónLa Samarkanda moderna es una ciudad amplia y de grandes avenidas, con edificios que bien podrían recordar a Tashkent o a cualquier otra ciudad de la antigua Unión soviética. Esta primera impresión se explica por el crecimiento natural de la ciudad. Al llegar a Samarkanda hemos atravesado la parte nueva, una ciudad diseñada con la perfección soviética y nuestro hotel como pronto descubriría se encuentra en la linde entre ambos mundos, el antiguo y el nuevo.

Salgo del hotel, en esta ocasión por primera vez solo, a perderme por esta mítica ciudad cuya primera impresión me ha descolocado pero que enseguida me transporta al pasado. A pocos metros del hotel me topo con un conjunto monumental impresionante. Dos torres circulares custodian un delicado edificio coronado con una cúpula que no podría ser de otro color que turquesa, ese color que obliga a Samarkanda a adoptar entre otros sobrenombres el de “la ciudad turquesa”.  Al acercarme al conjunto descubro que es nada más y nada menos que el Mausoleo de Gur Emir, en donde ya sé que yace enterrado Amir Tamur. Hasta el día siguiente no tendré el privilegio de ver su interior.

Continúo andando por los alrededores del mausoleo y siento que cada vez me voy alejando más y más del presente. Estoy convencido que estoy en un arrabal y posiblemente igual no ha cambiado tanto a lo largo del tiempo. Paso dos veces por el mismo lugar. ¡Creo que estoy perdido! Los alrededores del Mausoleo De Gur Emir son un laberinto. Pero ¿no hay mejor manera de perderse para volverse a encontrar?

Durante mi primer deambular por Samarkanda una familia me invita a té y a unas rodajas de sandía comprobando por primera vez la hospitalidad uzbeka. Entro en un patio que parece acoger una tienda y cual sería mi sorpresa cuando descubro que también es oficina de correos. Casualmente buscaba sellos para unas postales que quería enviar, una costumbre que a pesar de vivir en el siglo XXI sigo conservando con un grupo de amigos con quienes nos enviamos obligatoriamente al menos una postal por cada nuevo país que visitamos.

Además de sellos y pequeñas antigüedades, la tienda también tiene mapas. Tengo una pequeña gran devoción por los mapas. Es casi un fetiche ¡Aunque de los confesables…!

Salí de aquella pequeña tienda con mucho menos dinero pero mucho más rico en conocimiento, sabiduría. Además de varios mapas antiguos sobre la Ruta de la Seda, también me hice con un librito pequeño, antiguo sobre la historia de Samarkanda y unas antiguas fotografías. Y por que no llevaba más dinero encima o porque mis habilidades negociando, que ya son buenas, lo puedo asegurar, no consiguieron convencer al tendero de que me ofreciera más mercancía por el mismo precio… sino me lo hubiese llevado todo.

De todas formas se hacía tarde. Fuera, el patio que atravesé al entrar se veía cada vez oscuro. Al salir cada callejón se veía cada vez más oscuro. Apenas han pasado dos horas y cuando vuelvo a salir a lo que intuyo una calle más principal parece que he recorrido siglos. Busco un punto de referencia para orientarme y cual sería mi sorprenda cuando estoy nada más y nada menos que en la “Rui Gonsales de Klavixo ko’chasi”. ¡Guuuuuuuuau! ¡La calle Rui González de Clavijo!

Dia 7 Calle Rui Gonsales de KlavixoEstás son esas coincidencias que suceden en los viajes y que es magia del brujo destino. Rui González de Clavijo, mi paisano madrileño que tiene con todos los honores una calle con su nombre en la gran Samarkanda y que me acompaña en esta Ruta de la Seda Plus desde que Rutas 10 me regalara el libro. Recorro la calle para darme cuenta de que apenas se extiende 200 metros y termina inexplicablemente en el Mausoleo de Gur Emir. Siento haber dado vueltas por varias horas por todo un barrio y ahora tardo dos minutos en llegar al punto inicial. De aquí al hotel estoy a un paso y voy justo para llegar a la hora en que hemos quedado para salir a cenar.

La magia con la que me dió la bienvenida Samarkanda continúa durante la velada de la cena. En el restaurante donde ha reservado Madina al llegar hay música de orquesta tocando. Parece una boda. Después de haber cenado pudimos echar unos bailes y nos enteramos entonces de que en realidad era el cumpleaños de un niño. ¡Un cumpleaños bastante fastuoso! –  diría yo – casi tanto como la historia de la ciudad.

Después de cenar, no es muy tarde, así que algunos pensamos que no podemos irnos a dormir este primer día en Samarkanda sin haber echado un vistazo a la famosa plaza del Registán. Es el postre a un día mágico que lo iba a ser más…

Cual fue nuestra sorpresa cuando al llegar a la, nunca mejor dicho, espectacular plaza nos topamos con los ensayos de un espectáculo. Animadas danzas, de bailarines con coloridos trajes tradicionales, destelleantes luces y ese escenario que forma la plaza nos regala otra poción mágica. Durante dos horas asistimos, casi bajo un embrujo, a algo maravilloso en un lugar maravilloso. Ni yo ni ninguno de los viajeros que me acompañan queríamos que ese día se acabara…

Foto apertura: Luciano

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