Visita a la ciudad. Por la noche al aeropuerto (28 de agosto)
Después del acelerado ritmo del día de ayer, hoy estamos derrotados. Hemos decidido comenzar el día un poquito más tarde y son las 9 y todavía estamos desayunando. Hemos quedado a las 10:00. El buffet del hotel es algo también a considerar y hoy desayunar nos lleva más tiempo que de costumbre. Hay absolutamente de todo y no sólo chino u occidental, sino también hasta japonés. ¡Desayunar sushi puede resultar bastante exótico!
Pero lo realmente exótico después de tantos días viajando es el café. ¡Café de verdad! ¡Expresso, capuccino, con leche…. pero café!
Visitar el centro de Pekín es menos estresante que andar contrarreloj como hicimos ayer. Además es un gusto. No hace demasiado calor, como suele suceder en esta época del año, ni hay contaminación. Seguramente ha llovido los días antes de nuestra llegada y se la llevado la nube tóxica.
Ahora que lo del estrés va a ser relativo porque el día para ser el último también nos va a sorprender con alguna que otra desventura…
La famosa Ciudad Prohibida, el parque de la Montaña de Carbón, la Casa Museo del Príncipe Gong y el hutong – barrio típico pekinés de callejones y patios – que se encuentra alrededor del lago Baihai, muy cerca de la Ciudad Prohibida, está todo en lo que se conoce como el Pekín Antiguo o Imperial. Son en definitiva los alrededores del palacio imperial o también llamado La Ciudad Prohibida y la Plaza de Tiananmen.
Vamos a disfrutar enormemente de las visitas, sobre todo con este clima, pero si algo nos va a cautivar, y yo lo sabía, es el hutong del lago Baihai. Es uno de esos escenario, posiblemente el último de este viaje, que te transporta a otro lugar y a otra época. Está complemente reconstruido pero en el estilo original y además de todavía albergar hogares de familias locales, entre los callejones y plazuelas también se pueden encontrar comercios tradicionales del Pekín de toda la vida como tiendas de dulces artesanos, librerías y estudios de artistas pintores, escultores y miniaturistas.
Las tiendas y viviendas de un hutong se organizan en torno a un patio y a las afueras del mismo se encuentran los baños públicos que son compartidos por varios patios de una misma comunidad. A pesar de que para algunas cosas Pekín está a la cabeza de la modernidad del siglo XXI, para otras sigue estando anclada en el tiempo.
Para comer Clara nos va a sorprender con un restaurante de pato laqueado o pato pekinés, esa delicia de la gastronomía capitalina que hace que la piel del pato resulte especialmente crujiente. Tanto el ritual para cortarlo como lo ceremonioso de la preparación de los rollitos como se come nos mantuvo ocupados durante el almuerzo.
El pato no fue lo único que comimos sino que de guarnición había todo el ejército de platos chinos, la mayoría de ellos ya conocidos, con los que nos habíamos estado deleitando los últimos días. Hoy para ponerle la guinda al pastel y como ultima comida en China – ya que la cena la haremos en el aeropuerto – vamos a pedir a la carta y para ello nos pusimos de acuerdo en los platos que más nos habían gustado durante todo el viaje. Resultó emotivo el último brindis todos juntos y nos dejó un poco sensiblones.
Para no dejarnos caer en la nostalgia nada más terminar de comer nos vamos de compras al famoso Mercado de la Seda. A mí particularmente siempre me agobió este mercado. Hay demasiada gente y las vendedoras suelen ser bastante bruscas hasta el punto de llegar a agarrarte. Sin embargo cual fue mi sorpresa al llegar. Al parecer el edificio ha estado cerrado casi un año y lo han remodelado. Ahora parece mucho más un Corte Inglés que un bazar asiático. Parece que les han cambiado hasta los modales a las dependientas. ¡Que grata sorpresa!… Eso sí sigue siendo el mismo mercado en donde poder comprar cualquier producto de imitación ya sea un bolso, un reloj o un traje de supuestamente alta costura. Y si eres bueno regateando por un precio bastante módico. ¡Eso no ha cambiado!
Como a mí no me apasiona realmente el mercado, comento que me voy al que es mi lugar favorito de Pekín, la Gran Mansion de Libros de Xidan (西单图书大厦) . Recuerdo que cuando tenía tiempo libre me pasaba las hora muertas en este templo dedicado al libro. Son 6 plantas repletas de libros, cuadernos y otros productos de papelería, agendas, diarios, mapas, pinturas, tintas: china y químicas modernas, todo tipo de papeles y pinceles para hacer caligrafía, cartillas de caligrafía para niños y no tan niños que también quieren aprender… Para mí es como un parque de atracciones. Podría vivir allí sin acordarme de comer.
Conmigo viene la mitad del grupo que ya se ha saciado de las compras en el Mercado de la Seda. Allá vamos los 7 a la aventura… Por primera vez en el viaje vamos a tomar el transporte público. Nos metemos en el metro, desde donde estamos es línea directa, no hay que hacer transbordo, de hecho son unas pocas paradas.
Estamos emocionados por ir en metro. Yo por volver a hacerlo y ellos por descubrir algo más de la vida local de esta megalópolis. Lo primero que llama la atención del metro de Pekín es, como todo en la ciudad, las dimensiones que tiene todo. Las andenes de estación son muy largos para acomodar la longitud de los trenes. Estamos en una ciudad hiperpoblada y todo tiene un tamaño mayor de lo normal. Algo que contrasta con el tamaño de lo chinos, pues suelen ser bajitos.
Llama la atención la gran cantidad de gente que utiliza el metro en Pekín. No es hora punta todavía pero está a reventar y eso que el tren pasar con bastante frecuencia.
A mí lo que más me llama la atención es el nuevo mapa del metro. Como ha crecido. En sólo dos años se han duplicado las estaciones y hay numerosas líneas nuevas. Está irreconocible. Me quedo hipnotizado imaginando viajes que antes tenía que hacer en combinación con otros transportes y que ahora se podrían hacer enteramente en metro. ¡Que gran avance!
La librería sigue siendo el mismo paraíso de siempre. Yo a pesar de que intento contenerme, no pude resistir la tentación y compré varios libros y cuadernos para hacer caligrafía. Todos salimos encantados. Consu hasta se compró un método para aprender chino.
Ahora que la verdadera aventura vino después de la librería. Habíamos quedado con el resto del grupo en la Plaza de Tiananmen para ver la bajada de bandera. Con la salida y la puesta del sol se organiza el izado y la bajada de bandera, una pequeña ceremonia en la que los chinos le rinde homenaje a la patria. Se produce justo enfrente de la puerta principal de la Ciudad Prohibida, aquella dominada por la icónica pintura de Mao Zedong.
Sin embargo la plaza va a estar cerrada con motivo de los ensayos de un espectáculo que se representaría próximamente, algo que suele ocurrir a menudo en Tiananmen. Ni siquiera el metro servía ya las dos paradas que ocupa la plaza y esta tarde pasa de largo sin parar en ellas. Intentar alcanzar la plaza va a ser una pesadilla. Además no teníamos teléfono local para poder avisar a Clara.
Al final después de dar muchas vueltas intentando llegar hasta la plaza, desistimos. Se nos ha hecho tarde de modo que debemos contactar a Clara para buscar un nuevo lugar de encuentro. ¡Que estrés! El tiempo pasa y nosotros debemos salir para el aeropuerto pues tenemos un avión que no podemos perder.
Consigo que alguien me deje su móvil para llamar a Clara. Hablo con ella y me dice que tampoco han podido llegar a la plaza. Quedamos en vernos en media hora en la puerta principal del Teatro Nacional. Allí esperamos y esperamos pero no vienen. Se nos ha hecho de noche y no vemos a nadie a quien poder pedirle el teléfono para volver a contactar a Clara.
De nuevo por fin consigo hablar con ella y me dice que no han podido cruzar al otro lado de la plaza que todo está cortado y que están dando una vuelta muy grande pero que nos esperemos sin movernos de allí pues vienen seguro. Al final son las 8:30 cuando vemos a Clara llamarnos desde la distancia. Han tenido que aparcar el bus lejos del teatro porque los vehículos no pueden acceder. ¡Ufff, menos mal que nos han encontrado!
Ya de camino al aeropuerto nos podemos relajar en el autobús. Nos vuelve a entrar cierta nostalgia.
La mayoría de los viajeros vuelven a sus hogares vía Madrid, pero tres de ellos volarán directamente a Barcelona y desde una terminal diferente, de modo que se acerca la hora del adiós. Yo por mi parte también tengo que despedirme en el aeropuerto ya que me quedo unos días más a disfrutar de Pekín visitando a algunos amigos que todavía quedan por aquí y luego vuelo directamente a Birmania, mi nuevo hogar lejos del hogar.
Experimentar y compartir esta Ruta de la Seda Plus ha sido un gran placer y nos ha convertido en grandes amigos. Las aventuras no sólo ponen a prueba sino que también unen. A partir de ahora pasar por Asturias supondrá saludar a Marian y a Juan Carlos, igual por Coruña con Consu, por Salamanca con Miriam, Mariajo y Ana; por Valencia con Maria Jose y Alberto; por Barcelona con Mayte y Joan o Maurí; o volver a Madrid y recordar las aventuras de nuestras caravana con mis paisanos Maripaz y Javier.
Han sido 27 intensos días de inolvidable Ruta. Si la historia no ha conseguido olvidar a la Ruta de la Seda, menos lo haremos nosotros después de habernos deleitado con su música, contemplado sus paisajes, sentido sus olores, experimentado sus sabores…. Es un bonito viaje que merece mucho la pena. Más cuando se comparte de la forma en que nosotros lo hemos hecho. Gracias compañeros y gracias a Rutas 10 por ofrecerme la oportunidad. El año que viene si existe la posibilidad, aquí estoy de nuevo, a su disposición.
Un fuerte abrazo desde Pekín.
Foto apertura: Wal Mamout
Quiero felicitar al bueno de Dani, La verdad es que se ha currado ese fantástico y verídico relato del maravilloso viaje que nos ofreció RUTAS 10, y que tuvimos la suerte de poder compartir juntos los 14 viajeros (eso si, yo solo pude disfrutar de todos ellos desde Bishkek) .
Dani, es un excelente guia, un grandisimo compañero de viaje, y muy, muy, muy, buena gente.
Mauri Gatnau