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Qué ver en Mauritania en 9 días

20 junio, 2023

Tierra de paso, encrucijada de culturas. Te contamos qué ver en Mauritania, un país por el que aún atraviesan caravanas. Si sueñas con la inmensidad del Sáhara, te ilusionan las pistas polvorientas, los territorios vírgenes y el olor a la aventura es el momento de conocer este territorio. Sus milenarios ksours (ciudades fortificadas) fueron testigos de la cultura nómada.

Desierto y océano marcan la vida de las gentes de Mauritania. Foto: Rutas 10

Mauritania, olor a aventura

Situada en la región del Sahel, se encuentra dominada por el desierto del Sáhara que ocupa casi la totalidad del territorio, excepto una estrecha banda litoral que la baña el Atlántico. En ella se localizan las ciudades importantes del país, como su capital, Nuakchot, y Nuadibú, la referencia comercial. En el interior, destacan Tidjikja, Atar y Chingueti. Por su clima extremadamente seco, la mejor época del año para visitar el país es entre octubre y diciembre, en los meses de verano las elevadas temperaturas impiden exprimir al máximo la visita.

Mauritania es un país vasto y poco poblado de fuerte tradición nómada. Se diría que, por naturaleza, es una tierra de paso en la que se entremezclan diferentes culturas. Aunque pueda parecer increíble,  a principios del siglo pasado Mauritania no existía como país. Sus escasas ciudades sedentarias dentro del territorio actual eran antiguas ciudades de paso de caravanas dedicadas al comercio. Cuenta Ibn Battuta, el explorador árabe del siglo XIV, que las caravanas transaharianas contaban, de media, con más de mil camellos y a veces podían llegar a los 12.000. En la actualidad, el nomadismo se reduce a un 25%, si bien la mayoría de los habitantes se siguen dedicando al comercio y a la ganadería.

La pertenencia tribal marca las leyes y las vidas de los mauritanos. Foto: Rutas 10

En todo caso, la tradición prevalece sobre la modernidad en este destino marcado por su diversidad étnica. Su población se divide a partes iguales entre árabes bereberes y negros africanos, para quienes la pertenencia tribal marca sus leyes y sus vidas.

De momento, es un destino turístico apenas explorado en el que es posible una inmersión en su esencia y autenticidad. La aventura está garantizada, así como la posibilidad de saborear sus espacios infinitos y la ilusión de sentir una libertad incondicional. Toma nota sobre qué ver en Mauritania.

Qué hacer en Mauritania

Nueve días son suficientes para conocer los lugares y las ciudades más relevantes del país, algunas Patrimonio de la Humanidad. El itinerario que proponemos no te defraudará.

1. Nouakchott

El punto de partida para la mayoría de los viajeros que visitan Mauritania suele ser Nouakchott, la capital. Desde 1958 en que fue elegida, pasó rápidamente de ser un pequeño pueblo a la ciudad más grande del país. Aunque carece de pretensiones y la planificación no es una de sus virtudes, hay un par de lugares que hay que conocer.

No te pierdas:

  • El puerto pesquero. Es uno de los más bulliciosos de África Occidental. También de los más transitados y uno de los pilares de la economía de Mauritania. Cientos de barcas se adentran cada mañana en el mar en busca de pescado y marisco y regresan al atardecer cargadas con las capturas del día.
  • El mercado de camellos. Hay que desplazarse hasta las afueras de la ciudad, pero merece la pena la experiencia. Reúne cientos de camellos y dromedarios, que llegan desde todo el país, y es uno de los más grandes del mundo.

2. Erg Amatlich

Pasando por Akjoujt, un pueblo semiabandonado e inhóspito donde aún se explotan unas antiguas minas de oro y cobre, se llega al Erg Amatlich, un macizo de altas dunas. Es uno de los imprescindibles que ver en Mauritania.

No te pierdas:

  • Azoueiga. Con sus 205 metros, es la duna más alta del país. Una caminata hasta su cima tiene la merecida recompensa de disfrutar del atardecer, la inmensidad y la belleza del desierto. Y para poner la guinda, nada mejor que acampar al pie de la duna bajo el cielo estrellado.
  • Oasis de Le Gleitat. El gran palmeral de Le Gleitat es un lugar idóneo para un descanso y un pícnic.

3. Paso Tifoujar

Si te preguntas qué ver en Mauritania, esta es una de las visitas ineludibles de la región de Adrar. Un paso arenoso permite conectar las dunas del Erg Amatlich y el Valle Blanco (Oued Abiod). El cañón, con paredes de 200 metros, desemboca en el wadi El-Abiod al fondo del valle, mientras las dunas se elevan. Es uno de los únicos arenosos de Mauritania y antes de descenderlo, la vista panorámica de la inmensidad de las dunas es espectacular.

El Valle Blanco se extiende entre dos enormes acantilados de arenisca oscura. Foto: Ammar Hassan – Flickr

4. Valle Blanco 

Situado al sur de Atar, el Valle Blanco llamado también El Abiod, es una profunda falla que marca la entrada occidental al Adrar. Es como una avenida de arena que se extiende entre dos enormes acantilados de arenisca oscura. Lo más sorprendente es el contraste de las dunas blancas con la negrura de la meseta.

No te pierdas:

  • El palmeral de M’Haïreth. Con más de 10 kilómetros cuadrados de extensión y rodeado por un magnífico cordón de dunas, es uno de los preferidos de los viajeros. Un lugar excelente para reponer fuerzas a la sombra de las palmeras datileras. Desde lo alto de sus acantilados, ofrece una de las panorámicas más espectaculares del viaje. Con unos 15 kilómetros de largo, es uno de los mayores oasis de Adrar y sus dátiles tienen incluso fama de ser los mejores de la región. Pequeños y ligeramente dulces, son perfectos con un vaso de té. En su poblado podrás ver sus tikit, cabaña tradicional construida con troncos de palmera y tamarisco que utilizan durante los calurosos meses de verano.

5. Chinguetti

Este es un imprescindible si te preguntas qué ver en Mauritania. El casco antiguo de la famosa ciudad de las arenas es Patrimonio de la Humanidad desde 1996. Enclavada en el corazón de Adrar, se construyó en los siglos XI y XII para satisfacer las necesidades de las caravanas que cruzaban el Sáhara. Estos centros comerciales y religiosos se convirtieron en importantes focos de la cultura islámica. El comercio transahariano con el Magreb, Arabia y el África Negra aseguró la prosperidad de la ciudad durante mucho tiempo y permitió que la cultura islámica se transmitiera a través de las fronteras. En su apogeo, en el siglo XVIII, la población contaba con una docena de mezquitas.

Para los mauritanos, es una de las grandes ciudades santas del islam, como La Meca, Medina o Jerusalén, en la que los peregrinos solían reunirse para emprender la larga peregrinación a La Meca. La antigua ciudad conserva sus casas patio separadas por callejuelas que conducen todas a la mezquita con su característico minarete cuadrado. Este entramado arquitectónico es testigo de un modo de vida tradicional centrado en la cultura nómada.

No te pierdas:

Las bibliotecas familiares. Como ciudad de eruditos, conserva verdaderos tesoros literarios amenazados de destrucción. Los manuscritos más antiguos datan del siglo XI y algunos de ellos fueron escritos sobre pieles de gacela utilizando plantas (verde), índigo (azul), óxido de hierro (rojo), carbón vegetal (negro) y goma arábiga para fijar la escritura. Las obras tratan del islam, pero muchas también hablan de ciencia o literatura.

6. Erg Ouarane

Esta enorme zona de dunas se extiende a lo largo de casi 800 km por Mauritania y Argelia. Las dunas se suceden de un lado a otro en 360º, enroscándose en Chinguetti que intenta resistir a ser tragada por la arena. Hay algo inquietante en estas dunas, quizá por sus sugerentes curvas o su embriagador color amarillo, dando lugar a un fantástico espectáculo en el crepúsculo. 

No te pierdas:

  • Caravana por el desierto en camello.
El oasis Tanouchert fue lugar de paso para las caravanas. Foto: Rutas 10

7. Oasis Tanouchert

Situado al este del Erg de Ouarane, aparece de repente como si fuera un espejismo. En el pasado fue un lugar importante para las caravanas y hoy está habitado durante el periodo de recolección de dátiles. Los habitantes del oasis tienen fama de acogedores y les encanta hablar sobre la cultura nómada.

No te pierdas:

  • La velada musical que ofrecen los anfitriones del oasis.
  • Un paseo fotográfico por el silencioso y tranquilo desierto del Sáhara.

8. Ouadane

Es la más impresionante de las ciudades históricas de Mauritania, uno de los lugares que hay que ver en Mauritania. Las casas de su casco antiguo se aferran a la ladera del acantilado, creando al atardecer un espectáculo grandioso. En este laberinto de callejuelas rodeadas por una imponente muralla, la calle de los cuarenta eruditos recuerda la época en que Ouadane albergaba cuarenta escuelas coránicas. Una época de esplendor que le ha valido su título de Patrimonio Mundial de la Unesco.

Se fundó en 1141 sobre las ruinas de cuatro ciudades y tuvo una intensa influencia espiritual durante su periodo de prosperidad. Aquí se abrió la primera universidad del desierto y se publicó el manuscrito más antiguo hallado en Mauritania. Al inicio del siglo XX, debido a la escasez de caravanas comerciales comenzó su declive. Sin embargo, en la última década, el creciente interés de los viajeros está permitiendo que recupere parte de su aura, al tiempo que preserva y restaura su rico pasado cultural y espiritual.

Las pinturas rupestres de Agrour conforman la colección más rica de Mauritania. Foto: Rutas 10

No te pierdas:

La vista panorámica en el Paso de Amogjar. Los cañones de este paso conforman uno de los parajes más bellos de Mauritania. Sus montañas tabulares y sus simas fueron el escenario de la película francesa Fort Saganne en 1984, para la que se construyó un verdadero fuerte. Un marco excepcional que se extiende hasta donde alcanza la vista.

Las pinturas rupestres en Agrour. En la cima del paso de Amogjar, un montículo rocoso contiene la colección más rica de pintura rupestre del país, aunque el deterioro ha borrado algunos de los frescos. Los temas principales de las pinturas son los diseños geométricos, la fauna (jirafas, leones y cocodrilos), el ganado y las personas. El grupo más importante es un friso de bailarines.

9. Atar

La capital de la región de Adrar es una ciudad animada a la hora del mercado, a pesar de la canícula. En los puestos de las pequeñas tiendas se venden desde bastoncillos de kohl hasta jabón de Marsella y tabaco marroquí. Y también productos locales como sacos de dátiles secos, carbón vegetal, carne seca de camello, cebollas y tomates de las huertas que rodean la ciudad.

Como ves, la región del Adrar no tiene desperdicio. En sus numerosos valles, te aguardan palmerales deslumbrantes y ciudades ilustres, verdaderos paraísos de verdor en medio de este universo mineral. Esperamos que te guste nuestro recorrido sobre lo que hay que ver en Mauritania.

Foto apertura: Valerian Guillot – Flickr

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