Urumqi. Ave a Dunhuang 16:26 (18 de agosto)
Hoy va a ser otro día para no olvidar. Pero no por los motivos a los que nos ha acostumbrado esta Ruta de la Seda Plus, sino por el estrés y el trajín al que nos va a exponer el destino. Ya he comentado que yo creo que en la magia, sobre todo durante los viajes, y también en las coincidencias y que no se producen sin más, sino que suelen tener una razón. Bueno pues hoy para abandonar Xinjiang y entrar de lleno en el universo chino, el destino nos ha preparado un largo día de obstáculos para experimentar al máximo lo que significa la experiencia de estar en China.
Para empezar hemos dormido poco porque hasta que solucionamos lo de la habitación triple nos dieron las tantas. Sí, hemos podido dormir un poco más pues hemos quedado a las 9:30 para ir a la estación de trenes, o sea que esto en realidad no es madrugar, considerando las horas a las que nos llevamos levantando desde que comenzamos a viajar.
Al bajar a desayunar mis compañeros viajeros me miran sospechosamente y se ríen. Yo ya les he ido advirtiendo de lo que significa vivir en China. Para mí fueron 5 años y aunque me encanta este país, soy muy consciente de los inconvenientes que supone. Ellos van a empezar a darse cuenta hoy, primero con el desayuno.
A pesar de que el hotel está bastante bien, el desayuno esta mañana es sólo chino. Normalmente los hoteles suelen ofrecer desayuno chino, para la mayoría de sus clientes, y desayuno occidental para el resto de los mortales que no podemos comenzar el día comiendo tallarines o arroz tres delicias, siendo una de las tres guindillas picantes. En nuestro hotel de Urumqi hoy sólo hay opciones de desayuno chino.
Gracias a Confucio dentro de lo que cabe hay algo de fruta y café, aunque creo que después de probar el brevaje, no lo podríamos llamar por ese nombre. ¡Uy empieza la diversión! La mayoría de nosotros nos quedamos sin desayunar, mientras que el resto del comedor come como si fuera el fin del mundo: tallarines salteados, arroz frito, sopa de tallarines, raviolis rellenos… y el sinfín de platos contundentes que se meten los chinos para comenzar el día.
Bueno a nadie le pasa nada por estar un día sin desayunar bien. Pero claro, lo peor es cuando es un día como hoy. La pesadilla continúa cuando llegamos a la estación. Ya hemos comentado lo estrictos que son los controles de las autoridades chinas en Xinjiang. Hay un movimiento independentista y a veces juegan al terrorismo, de manera que se entiende. Lo que no se entiende tanto es que se ensañen con los extranjeros…
El control del aeropuerto de la noche anterior se va a quedar en una broma, a comparación con el que vamos a encontrar en la estación de trenes de Urumqi. Es más estricto que el de cualquier aeropuerto. Nos abren todas las maletas y bolsos, nos confiscan navajas, cuchillas de afeitar y tijeras. Entendemos que en los trenes no se puede facturar el equipaje, de modo que el control sea más estricto pero ¿hasta ese punto?…
Después de pasar los 14, intento convencer a quien parece ser la responsable de los agentes de seguridad para ver si nos pueden devolver las navajas, al menos las Vitorinox. Después de una pequeña negociación la señora accede. Creo que le hace gracia que me explique en chino con cierto desparpajo y permite la devolución. ¡Bien prueba superada! ¡Pero vaya nervios ver como nos registran las maletas de esa manera!
No vamos a poder relajarnos cuando comienza a formarse el mogollón de gente para acceder al andén del tren. En las estaciones de tren en China, la gente espera en unas salas destinadas a ello y hasta poco antes de que llegue el tren no se puede acceder al andén. El problema es que en muchas ocasiones, en segunda y tercera clase, no hay asientos asignados de manera que los viajeros tienen que correr para poder coger sitio. Como la población china es tan grande, para optimizar la cantidad de gente que viaja en cada tren se venden muchos más billetes que asientos, de modo que muchos viajeros tienen que ir de pie. Al final muchos de ellos se las arreglan como pueden para sentarse aunque sea en un rincón. Por ese motivo cuando se va a abrir el acceso al andén, la gente se arremolina sin hacer cola y el acceso al andén es un caos. Nosotros tenemos nuestro asiento asignado pues viajamos en primera categoría y podemos permitirnos esperar viendo el espectáculo desde la barrera. ¡A pesar de todo con verlo uno se agobia!
Una vez en el tren, parece que China está progresando y algunas cosas están cambiando. Cuando yo vivía en Pekín, ni había trenes de alta velocidad ni vagón restaurante en ningún tren. Eso ahora ha cambiado y en el tren que hoy nos lleva a Liuyuan hay un vagón restaurante con comida decente de modo que podemos comer a gusto.
Nuestro tren se dirige a Pekín pero nosotros nos vamos a bajar mucho antes. Nuestro destino es la ciudad de Liuyuan, cerca de Dunhuang, en la provincia de Gansú, que es donde se encuentran las famosas cuevas de Mogao. La estación de trenes de Dunhuang tiene muy pocas conexiones, por este motivo viajamos a Liuyuan y desde allí continuaremos en autobús.
El viaje en tren va a resultar bastante más tranquilo que el principio del día y en apenas 4 horas nos plantamos en Liuyuan. Al bajar del tren nos está esperando Larry, quien será nuestro guía en Dunhuang, a donde llegamos apenas pasadas las 5 de la tarde.
A pesar de hacerse llamar así, Larry es chino y su nombre verdadero es otro, pero para simplificar la relación con los extranjeros, algo muy común en su profesión, y dado que pronunciar los nombres chinos es muy difícil, los chinos suelen adoptar también un nombre extranjero.
Larry nos quiere llevar a cenar nada más llegar al hotel. ¡En China se cena a las 5 de la tarde! Pero le pedimos que por favor nos deje un tiempo para reposarnos y conseguimos convencerle para ir a las 7. Para nosotros es todavía temprano pero no podemos retrasarlo más porque los restaurante cierran muy temprano.
Después de la cena Larry nos sugiere visitar el mercado nocturno, algo que le tuvimos que agradecer por que nos gustó mucho. Es bastante diferente al de Kashgar. La mayoría de la población en Dunhuang son chinos Han, además este es un lugar bastante turístico, especialmente popular entre los chinos, de modo que el ambiente y los productos que se pueden encontrar en el mercado están más dirigidos a este tipo de clientes. Encontramos bonitos y originales souvenirs.
Yo ya he comentado lo que me gustan los mapas y aquí encontré uno de la Ruta de la Seda estampado en un pañuelo de eso mismo, seda. Me pareció muy original y aunque parezca increíble hasta ahora no tenía ningún mapa-pañuelo. ¡Y creía tener mapas de todos los tipos!
Como estamos cansamos, no nos demoramos mucho y estamos de vuelta en el hotel temprano. ¡Creo que hoy va a ser el día que más temprano me vaya a la cama!
Foto apertura: Mike Enerio