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Qué ver en Laos, un país fascinante

9 abril, 2025

El Mekong fluye con calma, los monjes visten de azafrán y la selva esconde templos que parecen sacados de un sueño. Laos es un destino que invita a viajar disfrutando de cada rincón, a despertar con el canto del gallo, a saborear un laap casero y a conocer con calma sus tesoros. Te contamos qué ver en Laos, un país fascinante que, por su belleza natural, su rica herencia cultural y la hospitalidad genuina de los laosianos, tiene un toque mágico para los viajeros.

Foto: SaigonJoe en Pixabay

Laos, un lugar donde no hay espacio para la prisa

Cuando aterrices en Laos, déjate llevar por el ritmo pausado de este país del sudeste asiático donde aprenderás que la prisa es un invento innecesario. Es el único país de esta zona que no tiene salida al mar, pero no lo echarás de menos porque está repleto de horizontes. Con una superficie algo superior a 236.000 km cuadrados, comparte fronteras con Tailandia, Vietnam, Camboya, China y Birmania.

En Laos, el tiempo parece deslizarse al ritmo del Mekong que, además de utilizarlo como principal arteria de transporte, a su paso nutre arrozales, selvas y aldeas en la que la calma es casi un ritual. Prepárate para no correr, aquí se respira, se observa y se escucha. Su clima tropical y monzónico alterna la estación seca, desde noviembre a abril, con otra lluviosa que empapa sus campos de arroz, de té y la selva entre mayo y octubre.

Si te preguntas qué ver en Laos, te adelantamos que su naturaleza dibuja montañas envueltas en la niebla, cascadas y bosques habitados por elefantes, símbolo de prosperidad para los lugareños; gibones, esos pequeños simios de brazos muy alargados y sin cola en peligro de extinción; y aves rapaces. Las mesetas del norte son ideales para caminatas entre aldeas étnicas, mientras que en el sur dominan llanuras onduladas y las legendarias islas del Mekong, más de 4.000 donde el tiempo se detiene.

Foto: Laurentiu Morariu en Unsplash

Más allá de su geografía, en su cultura pesa mucho la influencia del budismo theravāda. En las ciudades, es habitual encontrar al amanecer a monjes caminando para recoger limosnas en un ritual de humildad. La gastronomía laosiana también es sencilla, fresca y está conectada con la tierra. Además del laap, ensalada de carne o de pescado picados aderezada con hierbas y lima, no hay que regresar del país sin degustar el khao niao.

Este arroz pegajoso, servido en cestas de bambú, se come con las manos formando pequeñas bolas y se acompaña de salsas picantes como la tam mak hoong (papaya verde), caldos aromáticos, carnes asadas o ensaladas como la citada.

Y una vez metidos en situación, es hora de conocer qué ver en Laos. En especial los lugares imprescindibles de esta tierra en la que no hay estridencias y embriaga por su quietud.

Los imprescindibles de Laos

Comenzamos un recorrido en el que brilla con luz propia Luang Prabang, joya del norte declarada Patrimonio de la Humanidad. La ciudad es un crisol donde la arquitectura colonial francesa convive con antiguos templos dorados y mercados inolvidables. También refulge Vientián, la capital del país, que como la anterior está bañada por el Mekong, y destaca por ser tranquila y amigable para el viajero. Si bien, el auténtico Laos florece en sus aldeas, en sus caminos y en sus coloridas fiestas populares y bailes.

1.- Luang Prabang, alma dorada del Mekong

Hay ciudades que se visitan y otras que se recuerdan, como es el caso de la que fuera capital del reino de Lang Xang, del que derivó la actual República Democrática Popular Lao. Te recomendamos que no te pierdas una vista del amanecer cuando los monjes salen en procesión para recibir las ofrendas del pueblo. Este ritual se conoce como Tak Bat. Y este es solo un aperitivo de lo que hay que ver en Laos.

Foto: Life on the road en Unsplash
  • Wat Xieng Thong. El siguiente paso en la ciudad es adentrarse en este venerado templo, donde el mosaico del “Árbol de la Vida” brilla como si en él respirara el alma de la ciudad. Disfruta de sus columnas doradas, de sus esculturas silenciosas y de la sensación de que el tiempo se para.
  • Palacio Real (Haw Kham). Convertido en Museo Nacional, en sus salones se conservan reliquias reales y la estatua del Prabang, el Buda de oro que dio nombre a la ciudad.
  • Monte Phousi. Anímate a subir los 328 escalones para alcanzar el punto más alto de la ciudad. En la cima, hay un pequeño santuario y unas vistas que te dejan sin habla: una sinfonía de tejados, selva, ríos y cielo se funden con el horizonte. Y en el descenso, verás los puestos callejeros de fruta fresca, tejidos e incienso.
  • Mercado matutino. Date un respiro para probar un noodle soup con hierbas frescas o un dulce de coco envuelto en hoja de plátano en este mercado que es un teatro de lo cotidiano.
  • Wat Wisunarat y Wat Aham. Cruzando alguno de los puentes de bambú sobre el río Nam Khan se llega a estos dos templos. El primero, es el más antiguo de la ciudad y lo reconocerás por su gran estupa con forma de sandía. El segundo, está escondido entre los árboles con guardines míticos franqueando su entrada.
Foto: Hongbin en Unsplash
  • Cascadas de Kuang Si. Sus aguas caen en terrazas de travertino rodeadas de densos bosque. Puedes bañarte en sus piscinas naturales, dar un paseo o visitar el santuario de osos asiáticos rescatados del tráfico ilegal. Para volver a la ciudad, nada mejor que embarcarse por el Mekong para disfrutar del atardecer.
  • Mercado nocturno. Es otro imprescindible de la ciudad que, al caer la noche, se despliega en la calle principal. Deja de ser un espectador para unirte al ritmo laosiano y sumérgete entre las telas teñidas a mano, artesanía étnica, joyas sencillas y sabores de todo el país. No lo olvidarás.

Qué hacer en los alrededores de Laos

  • Cuevas de acebo Tam Ting. También conocidas como cuevas de Pak Ou, se ubican en la confluencia del río Nam Ou con el Mekong y fueron un lugar de relevancia espiritual en la antigüedad (siglo XV), cuando las religiones animistas se unieron pacíficamente con el budismo. Dentro de las dos cuevas de Tam Ting hay estupas, santuarios y más de 4.000 tallas de Buda en madera, testimonio de la habilidad de los artesanos laosianos.
  • Ceremonia tradicional Baci. Es una de las tradiciones más populares de Laos que acompaña cada evento importante de la vida laosiana como un nacimiento, una boda o un funeral o la llegada de un nuevo año. En torno a un altar que simboliza el árbol de la vida y dirigidos por un líder espiritual, los participantes forman un círculo tomándose de las manos. El momento clave es el atado de los hilos de algodón blanco en las muñecas, que se considera atrae a la buena suerte. Cada uno expresa sus deseos para fortalecer sus vínculos familiares y de amistad. Las pulseras se usan tres días y después se arrojan al río o un arroyo.

2.- Vang Vieng, donde respiran las montañas

Escenario de belleza cruda y espiritual, esta pequeña localidad que fue tierra de mochileros errantes, ahora se ha convertido en un santuario natural para quienes buscan algo más que paisajes.

Foto: Pascal Müller en Unsplash

No te pierdas:

  • Cueva de Tham Chang. Dentro, parece que la cueva respira. Estalactitas que parecen campanas de piedra cuelgan del techo, y los pasadizos dan a salones naturales que antaño sirvieron de refugio durante las invasiones chinas. Pero lo más mágico es el manantial que fluye en su interior: agua clara, helada, que brota de la roca como una ofrenda.
  • Lagunas Azules. La más concurrida es un espejo turquesa en medio de la jungla. Rodeada de árboles centenarios, es ideal para nadar, flotar, o simplemente dejarse llevar.
  • Templo-cueva de Phu Kham. Se accede tras una subida empinada y dentro se encuentra una estatua dorada de Buda.

3. Vientiane, la capital dorada

La capital más tranquila del sudeste asiático es otro de los lugares que hay que ver en Laos. No deslumbra con vértigo, sino por su quietud.

Foto: DEZALB en Pixabay
  • Estupa Dorada That Luang. Es el corazón espiritual de la capital. La gran estupa se alza como un sol en el cielo laosiano. Dicen que en su interior guarda una reliquia de Buda, y quizás sea verdad, porque el aire alrededor se siente más liviano.
  • Wat Sisaket y Wat Ho Phra Kaeo. Un pequeño paseo lleva hasta estos dos templos. El primero es el más antiguo en pie y contiene miles de pequeñas figuras de Buda que reposan en nichos. Enfrente, el segundo templo, que fue la antigua capilla real, donde las columnas y sombras invitan a la contemplación.
  • Patouxay. Desde lo alto del arco del triunfo laosiano, se despliega la ciudad con sus techos bajos, palmeras y templos. Te recomendamos un paseo por los jardines que lo rodean que ofrecen sombra y silencio.
  • Paseo junto al Mekong. Al caer la tarde, familias, monjes, vendedores, músicos se acercan a su orilla convirtiéndola en una escena viva.

4.- Pakse, el umbral del sur

Es el punto de partida de los lugares del sur que hay que ver en Laos. Aquí se ensancha el río Mekong y el viajero, entre templos dorados y casas coloniales, se despide del bullicio para adentrarse en el espíritu de esta tierra.

Foto: Suraphat Nuea-on en Pexels
  • Wat Phu. Al sur de la ciudad, como un eco ancestral entre montañas, se encuentra este templo declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001. El complejo en ruinas fue construido durante el Imperio Jemer en distintas etapas entre los siglos V y XII. Está ubicado en la base de la montaña Phu Kao entre estanques sagrados y escalinatas de piedra erosionadas por siglos de peregrinación.
  • Islas de Don Khone y Don Det. Más al sur, donde se dispersa el Mekong, se encuentran las 4.000 islas. Recomendamos atravesar en tuk tuk los campos de arroz, el antiguo puente construido por los franceses que comunica las dos islas y visitar las impresionantes cataratas Li Phi
  • Cascadas de Khone Phapheng. Consideradas las más grandes del sudeste asiático, son un auténtico espectáculo. Se extienden a lo largo de más de 9 km río abajo y en algún punto alcanzan los 21 m de altura. Las comunidades locales cercanas acuden aquí para sus prácticas tradicionales de pesca y para celebrar sus festivales anuales.

5.- Meseta de Bolaven, exuberancia natural

A unos 40 kilómetros de Pakse, se abre esta meseta, una tierra elevada y fértil, donde las plantaciones de café parecen alfombras verdes entre cataratas que se precipitan en abismos cubiertos por la selva. En pequeñas aldeas, viven grupos étnicos minoritarios. Te recomendamos caminar entre los campos, probar los granos recién tostados o que te dejes envolver por el murmullo del agua y del viento.

No te pierdas:

  • Cataratas Tad Fan. Dos columnas de agua se lanzan desde más de 120 m de altura en un salto vertiginoso. Rodeadas de una selva densa son una auténtica belleza.
  • Cataratas Tad Yeung. A pocos km y más accesibles, el viajero puede caminar por senderos hasta el agua y nadar en las pozas que ha esculpido la naturaleza.
  • Tad Lo. Entre arrozales y colinas suaves se encuentra este lugar, hogar de la etnia Kmu. Las mujeres tejen en telares ancestrales, mientras los niños corren descalzos. La catarata del mismo nombre, aunque más modesta que las anteriores, permite nadar y pasear a pie por los alrededores.

Laos es un país en el que no se corre, se saborea cada paso. Es un país que no grita, pero deja eco y cuando te vas, una parte de ti se queda entre sus templos. Esperamos que el listado de lugares que ver en Laos colme tus expectativas sobre este rincón del mundo que aún escapa a las visitas en masa.

Foto apertura:  Igormattio en Pixabay

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