El Tíbet sigue siendo un lugar mágico en nuestra memoria. El llamado Techo del Mundo es un país, pero también un mito, que alberga las montañas más altas y los ríos más sagrados del planeta. Su impresionante luz, el aire siempre limpio, el cielo cristalino, los hipnóticos Himalayas que lo protegen, la vasta llanura o las miles de coloridas banderas de oración son un motivo para visitarlo. Pero hay mucho más, te contamos qué ver en el Tíbet.
Un poco de historia
Songtsen Gampo fue el fundador del Imperio tibetano y el responsable de la máxima expansión del Tíbet, entrando incluso en territorio chino en el año 763. También quien introdujo el budismo al invitar al maestro Padmasambhava (nacido del loto) a enseñar esta filosofía.
Desde el siglo XIII, el Tíbet formó parte del Imperio mongol y a lo largo de tres siglos estuvo gobernado por dinastías seculares. Pero la llegada de Altan Khan al poder (siglo XVI) dio respaldo al gobierno religioso del dalái lama, convirtiendo el budismo en la religión predominante. En la siguiente centuria, sucedió un hecho singular: el jesuita Antonio de Andrade logró ser el primer europeo que atravesó las montañas del Himalaya y penetró en el Tíbet.
En la década de 1850, la rivalidad rusa y británica por el control de Asia Central llevó al gobierno tibetano a prohibir la entrada a todos los extranjeros y cerrar las fronteras.
Acontecimientos del siglo pasado
La incursión británica de 1904, que invadió Lhasa, forzó la apertura de la frontera entre la India (entonces colonia inglesa) y el Tíbet. Dos años después, el Reino Unido firmó un tratado con China por el que el Tíbet se convertía en un protectorado británico. Y al siguiente, se rubrica un nuevo convenio al que se suma Rusia, y por el que cede a China la soberanía sobre el Tíbet.
En 1914, durante la Convención de Simla, los representantes de Tíbet y de Gran Bretaña firmaron un acuerdo a espaldas de China, mediante el cual el Tíbet sería una región autónoma de China y los británicos se adjudicarían 90.000 kilómetros cuadrados de territorio tradicionalmente tibetano. Por supuesto, China se opuso y consideró a la región su protectorado. Al estallar la Primera Guerra Mundial, el decimotercer dalái lama aprovechó para tomar el gobierno del Tíbet. Una situación que duró hasta 1950, cuando el ejército chino entró en el Tíbet y se determinó su administración conjunta por ambos gobiernos.
Huída del dalái lama a la India
Nueve años después, la intervención del ejército chino para doblegar una rebelión a causa de la reforma de la tenencia de tierras causó la muerte a miles de tibetanos. El decimocuarto dalái lama y sus principales colaboradores tuvieron que huir a la India, desde donde siguieron respaldando acciones rebeldes contra el ejército chino hasta 1969 momento en que la CIA (Agencia Central de Inteligencia en español) dejó de ayudarles y el resto de potencias occidentales tampoco colaboraron.
En las últimas décadas, ha habido protestas en rechazo a la destrucción de la cultura local y al trato del pueblo tibetano. China ha reconocido abusos durante la Revolución Cultural y ha liderado un renacimiento de la cultura del Tíbet restaurando monasterios. Pero el gobierno en el exilio en India lo considera una medida para aumentar el turismo.
Qué ver en el Tíbet
Un viaje a este lugar apartado del mundo es mucho más que visitar monasterios o majestuosos paisajes. En el «Shangri-La» que tanto ha avivado la imaginación de los occidentales, las sensaciones y los sentimientos son únicos e indescriptibles por la fascinación que ejerce su cultura diferente. Conviven dos maneras de entender la vida en el que se considera uno de los lugares más misteriosos del planeta: las tiendas, luces, ruidos de la parte china con la espiritualidad de la zona tibetana.
Esta es nuestra selección de los lugares y monumentos que hay que ver en el Tíbet.
Palacio de Potala
En Lhasa (lugar de los dioses en tibetano), sobre la colina roja se alza el icónico palacio, con sus inconfundibles rojos y blancos, que en algún momento fue el hogar de invierno del dalái lama. La capital está considerada por el budismo tibetano como el centro más sagrado. El dialecto que se habla es el que se utiliza en los intercambios entre las comunidades apartadas, debido a la enorme diversidad lingüística.
Símbolo del Tíbet, es una enorme casa-tesoro que guarda materiales y objetos de la historia tibetana, la religión, la cultura y el arte. Aloja preciosas esculturas, estatuas de Buda, murales, antigüedades y joyería religiosa. Su visita se limita a una hora por grupo de visitantes para proteger este complejo declarado Patrimonio de la Humanidad.
Templo de Jokhang
Es la otra atracción indispensable que hay que ver en el Tíbet. Está ubicado también en Lhasa donde acuden peregrinos de toda la región para realizar su kora girando a su alrededor en el sentido de las agujas del reloj. Patrimonio de la Humanidad, este templo es el centro espiritual de la ciudad y uno de los más interesantes por su arquitectura de influencia india y nepalí.
La calle Barkhor, además de acoger el circuito de peregrinación al que el viajero puede unirse para realizar las ruedas de oración, está repleta de locales para comer y tiendas de souvenirs del Tíbet y Nepal. Ojo, porque cierran temprano por las tardes.
Monasterio de Samye
Se considera la cuna del budismo tibetano por ser el primer templo que se construyó en el Tíbet. Atesora numerosos frescos, esculturas y ruedas de oración en un valle rodeado de montañas áridas y dunas de arena cerca de la ciudad de Tsetang (a unas tres horas de Lhasa). Es inconfundible por la característica empalizada que rodea el recinto.
Cerca (a 9 km de Tsetang) merece la pena conocer el Palacio Yongbulagang. En alguna ocasión fue residencia de verano del rey Songtsen Gampo y también monasterio de la escuela Gelugpa, conocida por los bonetes amarillos que usan los monjes, de la que el actual dalái lama es su líder religioso.
Lago Yamdrok
A dos horas en coche desde Lhasa, es un lugar sagrado que se considera una auténtica morada de dioses. El extraordinario turquesa de sus aguas paraliza el aliento, sobre todo, en los días claros. En la zona hay campos en los que pastan yaks y las cabras, además de aldeas tibetanas. Atención, entre noviembre y marzo el camino está cerrado debido a la nieve y el hielo.
Justo en una de las colinas situadas frente al lago, se encuentra el Monasterio Samding, que es el único liderado por una mujer.
Monasterio de Tashilunpo
Es la sede del Panchen Lama, la segunda autoridad religiosa más importante en el Tíbet. Este título lo otorgó por primera vez el quinto dalái lama al abad de este monasterio. Se le considera una emanación del Buda de la Luz Infinita y una de sus funciones es encontrar las reencarnaciones de los dalái lama.
Su valor religioso no desmerece su espectacular arquitectura, en la que destacan las cubiertas de oro sobre el complejo de edificios rojos. Cuenta con algunas construcciones destacadas: la más alta es el templo de Maitreya, el Gudong que acoge la tumba del cuarto dalái lama y el complejo Kelsang con las espectaculares salas de oración.
Kumbum tibetana de Gyantse
Esta pequeña ciudad conserva su espíritu tibetano y su encanto. Aún los yaks y las vacas duermen en las puertas de las casas. Cuenta con el dzong o fortaleza mejor conservada del Tíbet, pero también con un kumbum o chörten en el monasterio Pelkor Chode, que es el más alto del país con sus 35 metros de altura. Sus cuatro niveles coronados por una cúpula de oro ejercen como un faro en medio de la llanura.
El chörten es un edificio escalonado que recuerda a las estupas nepalíes y es realmente único en todo el territorio tibetano. Al rodear la espectacular torre circular se aprecian en sus nichos laterales dibujos de budas, demonios y otros elementos de arte tibetano.
Biblioteca del Monasterio de Sakya
El templo parece más un castillo que un centro religioso. En el año 2003 se descubrió en una pared sellada de su interior una biblioteca con más de 84.000 rollos de escrituras budistas, obras de literatura, filosofía, astronomía y otras ciencias. Sin duda, la biblioteca de oro del budismo tibetano. Los ejemplares más antiguos tienen más de 1.000 años y cuenta la leyenda que esta estantería podría sostener todo el monasterio por sí sola incluso si los otros muros se derrumbaran.
Pisar el Monte Everest
Es el sueño de muchos viajeros, pero hay que tener cuidado porque pocos escapan al mal de altura en su Campamento Base a unos 5.200 metros. Lo habitual es realizar un tour de media hora para admirar la poderosa montaña. Y es que el Tíbet ofrece, posiblemente, las mejores vistas de la cumbre más elevada y famosa del mundo. Si puedes, no dejes de subir.
Los imprescindibles del Tíbet
La fascinación que ha despertado el Tíbet en todo el mundo a lo largo de la historia de la humanidad hay que rastrearla en la singularidad de sus gentes y su capacidad para crear una de las culturas más ricas y seductoras del mundo. Aquí tienes un apunte de qué ver en el Tíbet y sentir.
- El peculiar olor que desprende la mantequilla de yak de las miles de velas que invaden los monasterios y las salas de oración.
- El rumor de las banderas de oración batidas por el viento con las peticiones de los peregrinos.
- El hipnotizante sonido de los monjes repitiendo los mantras una y otra vez.
- Tomar té de mantequilla de yak. Aunque su potente sabor no agrada a todo el mundo, es toda una experiencia compartirlo con los monjes que habitan cuevas en la montaña.
- El impresionante turquesa que regalan los lagos a más de 4.000 metros de altitud.
- Presenciar un debate de los monjes sobre las escrituras budistas en el Monasterio de Sera.
- El colorido y belleza de las puertas de los monasterios.
- Hacer una kora o ritual religioso. Consiste en caminar alrededor de un templo en el sentido de las agujas del reloj. Es una práctica purificadora que ayuda a alcanzar méritos.
- La visión sobrecogedora del Monte Everest envuelto en nubes.
- La paz y tranquilidad que se respira en cada uno de los monasterios.
Te recomendamos que no regreses del Techo del Mundo sin haber vivido alguna de estas experiencias. Son inolvidables.
Fotos: Rutas 10 (excepto Monasterio Potala de Billow926 en Unsplash).